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lunes, 26 de febrero de 2018

Preikestolen, el Púlpito de los dioses

PREIKESTOLEN

El Púlpito (Preikestolen en noruego) es una formación rocosa ubicada en la costa sur de los fiordos noruegos, sobre ella, podemos observar uno de los paisajes más majestuosos e inigualables de Noruega y de todo el planeta.

El púlpito es un gigante rocoso que se eleva en vertical sobre el mar, y amenaza con separarse en cualquier momento de la pared a la que se une, debido a la enorme grieta que lo recorre. Algo que, inevitablemente, sucederá algún día.

Este maravilloso paisaje se encuentra en el fiordo de Lysefjord, cuyo nombre significa fiordo claro o fiordo de la luz, y se dice que deriva de las rocas de granito de color claro que se encuentran a lo largo de sus riberas. 


La excursión arranca en la ciudad de Stavanger. Desde allí sale un ferry hasta el puerto de Oanes, que deja a los viajeros a los pies de la roca, donde empieza el sendero y donde hay una zona de servicios, con aseos públicos y una tienda de recuerdos. El recorrido puede durar unas 3 horas aproximadamente, depende de la velocidad a la que suba cada uno, y la calma con la que se lo tome, pero sin duda, merecerá la pena.





A medida que se toma la caminata hacia Preikestolen, la historia y la mitología de la zona inundarán la mente. Se cree que la formación fue creada por las heladas hace más de 10.000 años, cuando un glaciar estaba cerca, justo por encima de la roca, el agua se congeló en las grietas de las montañas y grandes bloques angulares de roca se desprendieron, dejándose llevar por el glaciar. Dice la leyenda que Preikestolen se derrumbará y caerá al fiordo el día en que se casen cinco hermanos noruegos con cinco hermanas.

Los geólogos saben que esto sucederá algún día (lo de la caída, no lo de la boda múltiple), ya que la roca cede lentamente año tras año, pero aun faltan algunos siglos para que se produzca el derrumbe.

En las alturas del fiordo, donde se pueden apreciar trescientos sesenta grados de belleza, está a mano, desde el Púlpito, la posibilidad de predicar con un grito o en silencio, el amor por la vida y la naturaleza. O llorar. O respirar hondo y abrazar el aire. Meterse el mundo dentro de uno.

Si tenemos suerte y estamos solos podremos realizar una simbiosis entre nuestro yo interior y la belleza de un paisaje tan tremendo en una especie de catarsis interior sin precedentes.

Por desgracia, se trata también de un lugar tristemente famoso por la cantidad de suicidios que se producen allí cada año. Sin duda, un lugar muy bello para morir.








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